Es común darnos cuenta que nuestros hijos no sienten el mismo interés por aprender todas las materias; por lo general siempre hay una o dos que les cuestan más trabajo. Esto no tiene que ver únicamente con las capacidades o habilidades de los niños. Está comprobado que el desempeño académico de los alumnos está también determinado por el estilo del maestro y por la metodología de trabajo de la escuela en que se encuentran.
Las últimas investigaciones en la neurofisiología y en la psicología han dado como resultado un nuevo enfoque sobre cómo los seres humanos aprendemos: no existe una sola forma de aprender, cada persona tiene una forma o estilo particular de establecer relación con el mundo y por lo tanto, para aprender. Esto no solo es aplicable al aula y a los estudiantes, sino que también es aplicable a cualquier persona, ya que todos nos encontramos en un continuo proceso de aprendizaje, y conocer qué estilo prevalece en nosotros nos da una vía para perfeccionar la manera en que aprendemos y de desarrollar aquellos estilos que no hemos ejercitado. El término “Estilo de Aprendizaje” se refiere al hecho de que cada persona utiliza su propio método o estrategias para aprender. Son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables de cómo los alumnos perciben interacciones y responden a sus ambientes de aprendizaje, es decir, tienen que ver con la forma en que los estudiantes estructuran los contenidos, forman y utilizan conceptos, interpretan la información, resuelven los problemas, seleccionan medios de representación (visual, auditivo, kinestésico), etc.
Existen distintos modelos y teorías sobre estilos de aprendizaje, los cuales ofrecen un marco conceptual que permite entender los comportamientos diarios en el aula, cómo se relacionan con la forma en que están aprendiendo los alumnos y el tipo de acción que puede resultar más eficaz en un momento dado. Dentro de los modelos más conocidos y utilizados se encuentra el Modelo de Programación Neurolingüística de Bandler y Grinder, el cual toma en cuenta que tenemos tres grandes sistemas para representar mentalmente la información: el visual, el auditivo y el kinestésico. Utilizamos el sistema de representación visual siempre que recordamos imágenes abstractas (como letras y números) y concretas. El sistema de representación auditivo es el que nos permite oír en nuestra mente voces, sonido, música; lo utilizamos cuando recordamos una melodía o una conversación, o cuando conocemos la voz de la persona que nos habla por teléfono. Por último, al recordar el sabor de nuestra comida favorita, o lo que sentimos al escuchar una canción, lo hacemos a través del sistema kinestésico.
La mayoría utilizamos los sistemas de representación de forma desigual, potenciando unos y subutilizando otros; podemos desarrollarlos mientras más los utilicemos. Los alumnos visuales aprenden mejor cuando leen o ven la información de alguna manera. En una conferencia, por ejemplo, preferirán leer las fotocopias o diapositivas a seguir la explicación oral; tomarán notas para poder tener algo que leer después. Cuando pensamos en imágenes podemos traer a la mente mucha información a la vez, por eso, quienes utilizan el sistema de representación visual tienen más facilidad para absorber grandes cantidades de información con rapidez y establecer relaciones entre distintas ideas y conceptos. Cuando un alumno tiene problemas para relacionar conceptos, muchas veces se debe a que está procesando la información de forma auditiva o kinestésica.
Por otra parte, cuando recordamos utilizando el sistema de representación auditivo lo hacemos de manera secuencial y ordenada. Los alumnos auditivos aprenden mejor cuando reciben las explicaciones oralmente y cuando pueden hablar y explicar esa información a otra persona. El alumno auditivo necesita escuchar su grabación mental paso a paso; les cuesta trabajo relacionar conceptos o elaborar conceptos abstractos. El sistema de representación auditivo es fundamental en el aprendizaje de los idiomas, y naturalmente, de la música.
Cuando procesamos la información asociándola a nuestras sensaciones y movimientos, a nuestro cuerpo, estamos utilizando el sistema de representación kinestésico, por ejemplo, cuando aprendemos y practicamos un deporte. Aprender utilizando este sistema es un proceso mucho más lento que cuando lo hacemos con cualquiera de los otros dos sistemas, pero también es profundo. Sin embargo, una vez que sabemos algo con nuestro cuerpo, que lo hemos aprendido con la memoria muscular, es muy difícil que se nos olvide. Los alumnos que utilizan preferentemente este sistema necesitan, por tanto, más tiempo que los demás. Decimos que son lentos, pero esa lentitud no tiene nada que ver con la falta de inteligencia, sino con su distinta manera de aprender. Los alumnos kinestésicos aprenden cuando hacen cosas como, por ejemplo, experimentos de laboratorio o proyectos manuales; necesitan moverse. Cuando estudian, muchas veces pasean o se balancean para satisfacer esa necesidad de movimiento. En el aula buscarán cualquier excusa para levantarse de su lugar o moverse.
Se estima que un 40% de las personas son visuales, un 30% auditiva y un 30% kinestésica.
Por lo anterior, es indispensable que los docentes tengan muy en cuenta que dentro de cada aula tienen alumnos con diferentes estilos de aprendizaje, y que, aunque todos deben desarrollar los 3 estilos, será importante que se haga una pausa para revisar si la metodología de trabajo y los recursos didácticos disponibles son los adecuados. Las Instituciones Educativas, en todos los niveles, deben tomar en cuenta estos conceptos y evaluar aquellas soluciones en Tecnología Educativa disponibles que les permitan atender los diferentes estilos de aprendizaje, integrando diferentes recursos multimedia en el aula, ayudando a los docentes a transmitir conceptos de manera multi sensorial, utilizando elementos visuales, auditivos y actividades interactivas donde los alumnos refuercen los conocimientos aprendidos. De esta manera, se logrará un mayor nivel de retención y motivación de los alumnos, generando un aprendizaje más significativo e incrementando la productividad del docente.
Alejandra Espinosa
Director Comercial
ATI Tecnología Integrada